Foto: ARIA N° 40953 |
El objetivo supremo de un proceso de Mantenimiento Centrado en la Confiabilidad es
mantener las funciones de los sistemas al nivel de rendimiento deseado, dado
un determinado contexto operacional. En este caso lo que se denomina contexto operacional constituye una
fuente de variación de las condiciones reales de operación que puede llegar a
ser altamente variable e imprevisible para los que diseñan y fabrican los
sistemas, por tanto la mayor responsabilidad se deja a los que operan y
mantienen los activos industriales. El contexto operacional es una variable que
puede superar con creces el uso previsto y aún así el RCM
tendría el sentido y la misión de garantizar el cumplimiento de las funciones
reestructurando el campo de operación de sus activos en una organización y
condiciones dadas.
El RCM es una metodología consistente que obtiene como resultado
relevante las tareas de mantenimiento a nivel de modo de fallo, que
aseguran el cumplimiento de las funciones de los sistemas, observese que
deliveradamente afirmo que se mantienen las funciones de los sistemas
y no que se mantienen a los sistemas per
se.
Los modos de fallos son aquellos eventos que se consideran las causas
que desencadenan los fallos en las funciones de los activos (fallos
funcionales), sistema o proceso que se analice. Es decir, las diferentes razones técnicas y
humanas que pueden llevar a un estado de incumplimiento, ya sea total o
parcial, de la misión deseada. De ahí la relevancia de su identificación y
análisis.
Por supuesto, las cosas no se quedan ahí. El proceso RCM
exige describir los efectos de suceder cada uno de los modos de fallos.
Posteriormente, se analiza la importancia de cada modo de fallo.
Con esto finaliza la parte inicial del proceso RCM y se evalúan y
proponen las tareas de mantenimiento, que deben ser posibles de realizar y que
debe valer la pena hacerlas (hablamos de los criterios de factibilidad técnica y sostenibilidad
de las tareas que se propongan que determinarán si se trata o no de una tarea
apropiada).
RCM considera cuatro categorías de
consecuencias de ocurrir un modo de fallo dado y de esa manera mide la
importancia de los mismos. En orden de
prioridad se identifican: consecuencias para la seguridad, el medio ambiente,
la operación y las denominadas consecuencias no operacionales (está última sólo
se relaciona con el costo de reparación). En función de la consecuencia
preponderante que pueda tener un modo de fallo, existirá un camino lógico para
proponer la tarea proactiva o alternativa que lo gestione para
intentar eliminar o minimizar dichas consecuencias. Una tarea de mantenimiento
puede se una restauración, una sustitución, una inspección o una modificación.
Esta última es la tarea de mantenimiento que posee más probabilidades de ser,
en sí misma, una innovación al sistema donde se aplique.
Cada modo de fallo considerado tendrá que tener una tarea para
gestionarlo. Las tareas pueden incorporar elementos importantes derivados de
los principios de segmentanción
(incorporación de redundancias), acción
anterior (tareas preventivas) e inversión
(aplicación de acciones opuestas a lo que impone la tradición o el pensamiento
lineal). Las tareas se acompañan de una frecuencia inicial de ejecución y de la
identificación del responsable (persona, área)
de ejecutarla. El análisis RCM supone un
análisis
sistémico, para identificar los elementos a analizar y un análisis
de criticidad previo, para jeraquizarlos, según su importancia.
RCM demuestra ser una metodología, no sólo capaz de determinar
prioridades y soluciones a los problemas derivados del mantenimiento de los
procesos, sistemas, activos de la industria en general, sino que se presenta
como capaz de identificar y caracterizar esos problemas, que pueden ser el origen o la causa de accidentes relevantes, para finalmente aportar
a cada uno alguna respuesta que pueda eliminar, minimizar o aconseje incluso la
ocurrencia de determinados modos de fallo , si fuera conveniente. En la norma
SAE JA1011, como es conocido, se establecen una serie de criterios para
tratar de uniformar lo que pudiera denominarse proceso RCM, donde quiera que se
aplique y establecer una referencia que aporte luz ante la avalancha de
procesos que se denominan RCM pero que en esencia no lo son. ▲
Por Luis Felipe Sexto
Por Luis Felipe Sexto
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