“Los vientos se echan sobre la torre, como para derribar a los que la
desafían, y huyen por el espacio azul, vencidos y despedazados.”
José Martí, 1889
Más allá de los 300 metros de
altura sobre el mundo, se empina el símbolo de Francia. Una forma de acero
única que hasta la construcción del Empire State, fue la edificación más alta
del universo. Una masa de 10 000 toneladas se impone en la tierra para dar
cobijo a poco más de seis millones de visitantes al año. Es precisamente el
lugar donde su promotor, Alexandre Gustave Eiffel, abrió una oficina para
controlar personalmente el flujo y los ingresos provenientes de los entusiastas
que desde finales del siglo XIX sentíanse atraídos por esta obra clasificada
de rompeparadigmas.