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Eduardo Barreiros: de chofer a mecánico; de mecánico a innovador; de innovador a empresario. |
Por Luis Felipe Sexto - @lsexto
Mi vida habría tomado otros derroteros si no fuera porque, el mismo día que presenté mi tesis de Diseño Mecánico ante un tribunal académico, murió Eduardo Barreiros.
Fue una sensación de pérdida que opacó la alegría de aquel, mi primer triunfo en busca del camino. Sí, me había graduado, pero al mismo tiempo se alejaba, como un mal educado, aquel gran hombre que en silencio prometía ser la persona que orientaría mi vida profesional.
Fue una sensación de pérdida que opacó la alegría de aquel, mi primer triunfo en busca del camino. Sí, me había graduado, pero al mismo tiempo se alejaba, como un mal educado, aquel gran hombre que en silencio prometía ser la persona que orientaría mi vida profesional.
Por alguna razón el recuerdo de Barreiros me ha acompañado en los últimos días. Quizás ha llegado el momento en que puedo valorar su actuación y ejemplo a casi 30 años de su desaparición física en la Habana, 1992. Poco tiempo pude disfrutar y aprovechar el privilegio de aprender a su lado, cosa que algunos en Cuba no valoraron justamente. Sin embargo, es quizás esto lo más paradógico de mi relación con Barreiros. Lo efímero del contacto y las marcas profundas en mi pensamiento y actuación derivadas de aquellos escasos pero inolvidables encuentros.
Transformaba en oro lo que tocaba, así decían en Estados Unidos, y le llamaban el Rey Midas español, pero me atrevo a asegurar que en este caso la palabra oro no se refería sólo al dinero. Eso sería simplificar hasta la deformación su personalidad. Barreiros era, ante todo, un hombre de ley. Creía en la palabra empeñada y con una ética que lo llevaba a “hacer siempre honor a los compromisos”, como en el 63 cuando “llegamos a soportar en cartera la cifra de 600 millones de pesetas por carecer de clasificaciones bancarias [...] esta situación nos colocó en un verdadero apuro, pese a todo, no dejamos de cumplir un sólo compromiso”. Sabía respetarse como persona y como empresa. Ser muy tenaz, tener vocación y fe... Exactamente así, como lo demostró su vida y su obra. Un aspecto notable de su persona era que el método de su actuación era el reflejo de su conducta y quienes lo conocieron así lo confirman. Barrerios Diésel se convirtió en fenómeno de la industria automotriz española.