Por Luis Felipe Sexto – @lsexto
La diferencia entre probabilidad y ocurrencia del fallo se presta a confusiones de interpretación. La probabilidad es una medida de la posibilidad que un evento ocurra, un suceso en potencia. La ocurrencia es la consumación de la posibilidad.
Si decimos que existe una probabilidad de fallo del 90% para 1000
horas de funcionamiento de X componente de un activo, bajo definidas
condiciones de operación; no significa que el fallo sea inminente, ni se
infiere vaya a ocurrir exactamente a las 1000 horas.
Significa que, basándonos en determinado comportamiento seguido y analizado (que también podría ser impreciso e insuficiente), se indica que existe una alta probabilidad de que ocurra el fallo, pero no necesariamente que ocurrirá (a menos que su probabilidad de ocurrencia sea del 100%).
Significa que, basándonos en determinado comportamiento seguido y analizado (que también podría ser impreciso e insuficiente), se indica que existe una alta probabilidad de que ocurra el fallo, pero no necesariamente que ocurrirá (a menos que su probabilidad de ocurrencia sea del 100%).
Esto debido, precisamente, a que
hablamos de posibilidades y no de hechos ineludibles, aunque se trata de
ajustarlos a patrones típicos de comportamiento. Posibilidades estimadas, en su
mayoría, empleando datos existentes (no siempre adecuados ni comparables),
estimados, imaginados, inventados o por criterio de expertos. Esto supone la
presencia de errores y
márgenes de incertidumbre que normalmente se desconocen o no se consideran por
la dificultad que supone hacerlo con personal de planta y en las condiciones de
la industria. Por ello, ¿en qué medida es posible predecir la ocurrencia del
fallo basándonos en la probabilidad obtenida con datos cuestionables?
El problema que subyace es, una vez más, la formación que se necesita para asimilar un modo de pensar estadístico sin que suponga un conflicto o un trauma para las personas que deben aplicarlo en su gestión de trabajo.
Un proceso de
deterioro gradual consume un intervalo de tiempo según sea la ley que lo
caracteriza y del contexto operacional. Según la técnica de que se disponga y
el sentido de oportunidad para aplicarla existirá un punto donde el fallo
incipiente (fallo potencial, P) es detectable. Al continuar avanzando el
deterioro, existirá otro punto donde será inaceptable para nuestros fines: ese
será el momento donde se afirmará que sucede el fallo funcional, F.
El tiempo que transcurre entre la detección del
fallo potencial y la ocurrencia del fallo se denomina intervalo P-F y dependerá
del momento en que se detecta el fallo incipiente (P), de la variación de la
demanda para cumplir con la función y de la capacidad de evaluar el desarrollo
del fallo y la consiguiente pérdida de función del sistema.
No resulta ocioso recordar, que no para todos los fallos es posible identificar una condición de fallos potencial (P). Esto implica la imposibilidad técnica de aplicar el mantenimiento basado en condición para todos los modos de fallos que pueden existir dentro del funcionamiento de un activo en su contexto. A veces se olvida este detalle y se piensa que el mantenimiento basado en condición (y su derivado el mantenimiento predictivo) pueden sustituir al resto de los tipos de mantenimiento. Nada más lejos. Cada tipo de mantenimiento tiene sus condiciones y ámbito de aplicabilidad práctica.
De los síntomas a las causas, de las causas a las soluciones.
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