CUALQUIER PROCESO PUEDE SER EFICIENTE PERO INEFICAZ E INEFECTIVO. Puede ser ineficiente pero eficaz y menos efectivo. También puede ser eficiente y eficaz pero inefectivo. Y naturalmente, puede llegar a la máxima aspiración de poseer el nivel de 3E: Eficiente, Eficaz y Efectivo. Aclaremos el aparente trabalenguas.
El término eficiencia es
quizás el concepto ligado a la productividad del trabajo más popular pero que
no refleja nada sobre la aceptación que tienen los productos que se obtienen de
forma eficiente.
Pongamos por caso la fabricación de un modelo de zapato con
material adquirido a buen precio, menor necesidad de usar pegamento, menos
tiempo invertido en la fabricación, fabricación con mayor aprovechamiento de
material y menores perdidas. Resultado: una producción más eficiente, pero… ¿y
el resto? La eficiencia es únicamente una medida del empleo de los recursos
pero nada dice de si ha cumplido o no con lo planificado ni si se cumplieron
los requisitos de aquellos a los que se dirigía, llamémosles partes
interesadas.
Luego, cada producto es resultado de una planificación y por ello
la combinación de palabras cumplimiento de planes responde a otro término. En nuestra ayuda viene el
concepto de eficacia que se podría definir como una medida del cumplimiento de
lo planificado. Siguiendo con nuestro ejemplo, podría ser la fabricación en
determinado tiempo de una cierta cantidad de pares de zapatos que cumplan con
los requisitos de diseño y fabricación considerados previamente. Pero queda aún
la duda: ¿lo planificado es lo que se necesita y acepta por quien lo recibirá?
Evidentemente, falta un eslabón para poder responder tal pregunta, que toca en
esencia al receptor potencial y final de aquello que se produce.
Prácticamente inexistente es
la información sobre la medida en que las producciones satisfacen las
necesidades en calidad (que incluiría también a la cantidad entre otros tantos
requisitos posibles y del estado del arte actual que pudiera tener un producto,
lo que incluye a cualquier proceso que sea realizado en la organización). Es
decir, normalmente no existe un reflejo claro que indique la medida en que son
satisfechas las expectativas de aquellos a los que se dirigen los productos.
Entiéndase producto como bien material (p.e. un televisor), un resultado
intangible (p.e. las ideas) o un servicio (p.e. un servicio hospitalario,
turístico o un simple trámite legal).
Por ello, la efectividad es
una medida de la satisfacción de las necesidades de aquellos que reciben un
producto cualquiera que este sea y el cumplimiento de requisitos considerados
inherentes por el desarrollo alcanzado en la esfera en cuestión (pensemos en si
resulta apropiado y aceptado funcional y estéticamente nuestro modelo de
calzado).
Conociendo esto, se evidencia que la preocupación en muchos casos, se orienta generalmente al uso de recursos y cumplimiento de planes y poco se habla de aquellos que reciben el producto final y de los requisitos implícitos que se deben satisfacer.
Cuando no se está enfocado verdaderamente al cliente —traducido
a nuestra época se puede afirmar que no hay un enfoque a la calidad— quedamos
en presencia de un importante punto de fallo estratégico si somos empresa.
El
hecho de centrarse demasiado en la eficiencia y la eficacia, y olvidar o
prestar menor atención a la efectividad, a la larga puede ser el principio del
fin como organización. Está claro que los dos primeros conceptos son de mayor
preocupación a corto plazo para los que producen y que el tercero le interesa
más al que lo recibe pero en verdad debería interesar tanto, o más, al que
provee el producto ya que se trata de su propia supervivencia y desarrollo,
hablando en términos de mercado y contribución social.
En sentido arcaico una mayor
eficiencia se asocia con un mejoramiento de la productividad (recordar aquello de “hacer más con menos” o
“hacer más con lo mismo”). Sin embargo, dada la evolución de las nuevas
formas de organización del trabajo y el desarrollo tecnológico, la
productividad, desde hace varias décadas, no solo se relaciona con la
eficiencia, sino que exige no sólo hacer más, sino mejor. Si no lo hace mejor,
no satisface y no importa que haga más. Aquí existe una clara relación con la
eficacia y la efectividad.
Concluyendo:
1. Si usted determina que su
organización es ineficiente e ineficaz pero esta enfocada seriamente a
satisfacer las necesidades del cliente, entonces usted esta ahora perdiendo
dinero y aún cuenta con oportunidades.
2. Si, contrariamente, es eficiente, eficaz
pero no le importa mucho ser efectiva, entonces probablemente ahora usted esta
ganando dinero pero… perdiendo el negocio.
Excelente Post. Felicitaciones
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