Lo bueno es enemigo de lo excelente. Y lo excelente es enemigo del desarrollo.
Ya se que algunos no estarán de acuerdo a priori, pero concédanme el derecho de argumentar la idea. Si de algo se afirma que es “excelente”, “óptimo”, entonces se acepta que no hay nada que sea mejor. En otras palabras, se trata de un algo “insuperable”. La excelencia siempre será una función de criterios y paradigmas temporalmente determinados. ¿La excelencia de hace 30 años es la excelencia de hoy? ¿Lo excelente hoy lo será mañana?
La aspiración legítima de alcanzar la excelencia temporal en el mantenimiento de la empresa lleva a la idea de lograr lo que se denomina mantenimiento de clase mundial. Pero no sería justo intentar imitar resultados derivados de realidades no comparables. Mantenimiento de clase mundial significa satisfacción y superación de las expectativas y necesidades de mantenimiento de la organización con referencia a la potencialidad que proporcionan las tecnologías del momento, y en relación con el contexto social y de mercado de hoy.
A juicio del autor, es posible denominar mantenimiento de clase mundial al proceso de mantenimiento que satisface los requisitos y expectativas, relativas a cada momento del desarrollo de la humanidad y contexto social y de mercado, relacionadas con la seguridad, el medio ambiente, la calidad y la economía. Un mantenimiento de clase mundial implica liderazgo y debe ser demostrada su existencia. El benchmarking pueden ser uno de los mecanismos que contribuyan a ubicar y decidir si el proceso de mantenimiento de una organización puede clasificar como de clase mundial. Sin embargo, siempre las comparaciones y evaluaciones deben hacerse relativas a parámetros que realmente puedan ser comparables entre diferentes empresas que operan también en realidades diferentes.
Las tecnologías de moda, bien pudieran no responder a la estrategia de una empresa en particular debido a su falta de ajuste a una realidad, o a la incapacidad de ser asumida por la organización. Más importante que el resultado es el estudio de las condiciones y formas de hacer que han propiciado ese resultado, para comprender si se trata de un efecto aislado y obtenido en un esfuerzo por campaña o existe una organización verdaderamente orientada a la mejora continua ―que es la única manera de estar seguros de la posibilidad de mantener o conseguir un posible estado de excelencia, que es como decir mejora puntual.
Alcanzar una condición a la que pueda llamársele mantenimiento de clase mundial, implica tránsito y evolución de la cultura organizacional vista como un todo vivo y en interacción. Hay que mantener la consciencia que se trata de un calificativo con validez hoy, sin la garantía del mañana ―esta última sólo podrá ser otorgada por la adhesión incondicional al principio de la mejora continua.
El punto de partida, seguirá siendo, esencialmente, la identificación de las necesidades propias y la evaluación de la capacidad que se tiene para satisfacer dichas necesidades. No podrá ser sostenible un desempeño, clase mundial, de un proceso aislado en la empresa si el resto de los procesos de la organización no se orientan y trabajan igualmente por ser mejores en el tiempo.
La excelencia es un resultado temporal. La mejora continua es un principio y un estado permanente. La excelencia, o es dinámica o será un resultado petrificado, premisa para ser fósil. Si hubiera de decidir, como estoy forzado en este espacio, trabajaría siempre por establecer la mejora continua. La excelencia pensada como estado inamovible compromete el futuro.
Por favor, no malinterpretar…►
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